viernes, 25 de febrero de 2011

Un cabrón

Érase una vez un cabrón con sentimientos que un día se topó con la horma de su zapato...

Ser un cabrón. Ese concepto que tan mal visto por la mayoría de personas a las que puedes interesar que, lejos de acercarte a ellas, te suele separar. O eso dicen.

Cómo se define el ser un cabrón? Quién puede pensar que lo seas? Qué implicaciones puede tener? En definitiva, ser un sucio cabrón asqueroso se contempla como el aprovecharte de otras personas, como el manipularlas, como el exprimirlas hasta sus límites para luego dejarlas cual colillas en un parque (de los que no son para niños, que según la Ley ahora ya no se puede fumar en esos sitios. Mierda...). Pero cómo se es capaz de enganchar a alguien hasta el límite sin ser todo lo que esa persona desea de ti y además sin que se de cuenta de cómo eres en reaildad? Eso es más complejo.

Ser un cabrón es un estilo de vida. Es sentir que nadie puede hacerte daño. Es disipar el miedo a perder, creer que hacer más daño del que te puedan hacer a ti es lo correcto. Eso nos hace sentirnos seguros, tranquilos, porque supuestamente no sufriremos por lo que nos hagan y simplemente sentiremos que la vida es injusta y que a algunos les toca perder más que a nosotros mismos.

Pero qué pasa cuando, siendo un cabrón, sientes "algo" más de lo que sentías? Entonces te planteas cuán cabrón eres. Cuánto te cuesta serlo. Cómo has dejado que las cosas se escapen a tu sumo control. Y el cabrón se desmorona.

Esta reflexión ha sido concebida a raiz de una frase de una persona que nunca pensé que diría que: "decir que eres un cabrón antes de serlo con alguien, justifica el daño que hagas o puedas hacer después". Y ciertamente me ha hecho pensar en mi estatus de cabrón del cual nunca he estado orgulloso pero siempre me ha resultado productivo.

A todos aquellos que seáis como yo, dadle una vuelta.

PD: Media botella de pacharán avala mi reflexión.

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